Aviso de alarma que suelen dar algunas personas que creen la ridicula y supuesta fatalidad de sentarse trece comensales en una misma mesa, por estar en la creencia que ha de resultar en un plazo, ò antes del año, a uno o mas de ellos, la muerte, o a lo menos otra desgracia.
Esta preocupaciòn es mas genentre los extranjeros y algunos españoles que hacen alarde de remedar sus cosas, que entre los peninsulares castizos.
Quieren algunos suponer que toda la fatalidad del nùmero trece està en que el pèrfido Judas formaba este numero en el apostolado, incluso el Señor, y que desde entonces ha sido aciago o de mal agüero la reuniòn de trece personas.
Como una muestra de la preocupaciòn de los extranjeros por esta de de suspersticiones, se cuenta la siguiente anècdota, de la cèlebre Rachel.
La vispera de su muerte hablaba tranquilamente esta distinguida tràgica francesa con su mèdico, que era antiguo amigo suyo, y le decìa:
-¿Os acordais, doctor, de la comida que tuvimos en casa de Victor Hugo por el èxito de ANGELO?
-Si, me acuerdo. ¿Por què lo preguntais?
-Porque ERAMOS TRECE EN LA MESA.
Vìctor Hugo y su mujer
Vos y la vuestra.
Mi hermana Rebeca y yo.
Girardin y su mujer,
Gerardo de Nerval.
Pradier, el escultor.
Alfredo de Musset.
Un redactor del Siglo
Y el Conde Orsay.
-Lo recuerdo perfectamente, dijo el mèdico.
-Pues bien, prosiguiò Rachel, atended:
Victor Hugo y su mujer, estàn desterrados de Francia:
Vuestra mujer ha muerto;
Mi hermana tambièn;
Gerardo de Nerval se ha suicidado:
Yo...mañana me lo direis.
ERAMOS TRECE....DOCTOR....
temores
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